PLATO TÍPICAMENTE INVERNAL, Y SI SE COMEN CON UN BUEN NEVAZO, MEJOR QUE MEJOR
No se indican las cantidades, no porque sea un secreto, sino porque cada cual tiene que llegar al propio punto según su gusto y es la experiencia personal la que debe marcar la tasa, pero se advierte que la cantidad de caldo y agua caliente si es excesiva no impedirá el buen fin del plato pero tardará mucho más en evaporar el líquido y "rular" las migas y la falta de líquido hará aún más difícil removerlo al principio.
En una sartén más grande se pone caldo que habremos hecho con unas patatas (sólo el caldo), agua caliente, la harina de maiz y parte del aceite de freir todo lo anterior. Esto formará una masa que, aunque difícil de remover, se debe ir revolviendo continuamente sin dejar que se pegue al fondo.
Durante este proceso se añade sal (aunque no mucha porque el aceite ya lleva de lo que se ha frito), se prueba y se rectifica. Conforme vaya perdiendo humedad, la masa se irá separando en grumos cada vez más finos hasta la Consistencia de pequeñas bolitas que "rularán" sueltas. Este es el punto.
El caldo valiente era acompañamiento de pobres porque sustituía a los demás complementos
si no se disponía de ellos. Se prepara un caldo con patata, pimiento, tomate, cebolla, sal y
guindillas (o cayenas) al gusto y se sirve no sólo el caldo sino también las patatas y lo demás.