Gotas en tu frente y el brillo de tus ojos,
errantes y abrazados en la ciudad extraña,
así ríes aún, así regresas hoy, así nos imagino,
borrados y distantes, fantasmas en la nieve
JUAN LUIS PANERO, antes que llegue la noche
El lugar del silencio.
Las montañas deslizándose al río cada noche.
Cada noche tu cuerpo fluyendo como el cauce
de ese río con sonido ancestral y de Smetana.
Imagino tu cuerpo perdido entre la nieve,
rodando como un náufrago en la niebla.
y es la memoria abismo,
ceremonia oficiada con cálices de viento
y música de Mozart en un réquiem
que llegara como luz aún soñada hasta tu alcoba.
Aquel ladrón del tiempo
depositó sus lágrimas en un bazar de olvido:
acaso su botín de corsario y de amante
abandonó sin saber que la esperanza ardía
en la piel de una noche cercada por tus brazos.
He de volver al reino de la lluvia,
a desvelar enigmas en tu perfil de invierno,
a penetrar despacio en la quietud
de templos y de labios.
Sólo tú has conocido sortilegios de hielo,
escaleras y voces profanando
la planicie del llanto y de la aurora.
Sólo tú conociste el metal de los astros
asilado en mi pecho.
Te estoy amando, sí, en un idioma extraño,
con signos. que he trazado sobre puentes y adarves,
cuerpo de luz, plenitud del recuerdo
en cada caricia tuya, en esta madrugada
de azabache feroz sobre tu frente.
Así te he recordado, ciudad y sortilegio,
carne de roca hundiéndose en la tierra
de una pasión que es sed, y pálpito, y muerte
blandiendo un espejismo ante mis ojos.
Si. es inútil amarte, perseguir otra vez
aquel encuentro mudo en la isla de Kampa,
he de morir con los labios dormidos
sobre tu piel desnuda, en un atardecer
sólo tú,
laberinto de siglos y de espumas,
mujer elevada en el viento, ciudad acaso
que me acoja una vez más, herido de nostalgia.
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