REENCUENTRO DE AMIGOS
en Riópar,
el día 23 de agosto de 1995.
A MIS AMIGOS DE LA INFANCIA
Estamos aquí los del 48 para abajo,
y aunque ya somos mayores,
no hay quien nos diga algo
pues estamos tan contentos
de estar así todos juntos,
que queremos celebrarlo
aunque sea con dolor
porque nos falta uno.
A él muchas cosas le diríamos,
pero como está su mujer
ella le contará
como lo queríamos mucho,
mucho de verdad.
¿Os acordáis de aquellos apodos
que casi todos teníamos?.
Así como a mi marido,
que le llamaban "Pelotilla".
¡Qué felices éramos!
¿Verdad queridos amigos?,
pues vamos a celebrarlo
en amor y compañía.
¿Te acuerdas Dolores
cuando Merce
la cabeza nos metía
dentro de la cocina (horno)
para estar guapa,
y pasear la Gran Vía?.
Por feria vinieron unas barcas
de esas de sacos de arena,
o sea, que a falta de gente
suplían con esa materia.
Marieta y yo fuimos
a darnos una vuelta
y con mucha gracia
le dijo la gran Marieta:
"Déjenos usted arriba,
no nos baje los primeros".
El buen señor así lo hizo
y el sol aprieta que aprieta,
la gente no llegaba,
las barcas no daban vueltas.
Creímos morir derretidas
casi lloramos de pena,
y Marieta muy triste
decía con mucha rabieta:
"Por favor señor, por favor,
bájenos de aquí
que si no mis sesos
se me van a derretir".
Después de mucho clamar
el señor se compadeció,
montó un saco de arena
y a la tierra nos bajó
Eso nos sirvió de lección
pues una vez en el suelo
le dijimos "gracias señor",
y nunca más nos vieron
En otra feria de entonces
que un fotógrafo venía
Manoli, Anita y yo
queríamos una fotografía.
Nos vestimos de gitanas,
asaltamos un gallinero,
y así, de varias formas
las fotografías nos hicieron.
Jugábamos a la piola,
la sinninguna y a las casitas
y robábamos con descaro
las uvicas de la Señora Cira.
Cuando estabamos estudiando,
no quiero decir las que son,
nos asomábamos a la ventana
para no contaminar la habitación,
ya que el humo de los puros,
mejor dicho, colillas
que el buen Diego se dejaba,
había que terminarlas
antes de dar la lección.
Cuando llegaba nuestro querido Jonás
a dar la clase de latín
parecíamos santitos
y a nada olía allí.
Vicenta no se acordará
pero a mí ella me enseñó
por donde nacían los niños,
y ni mucho menos por donde yo creía,
que era por el ombligo.
Carlota, si no era por lo uno
siempre era por lo otro,
no sé cómo se las arreglaba,
pero siempre venía a ser
la mimada de la panda.
Lloviendo y nevando
subíamos a la era
y con tristeza mirábamos
hacia la Casa de la Noguera,
pues sin hacernos a nosotros caso
allí se habían quedado
Sartenilla, Peneque y Arrastra Gatos.
Cuánto sufrimos todos
cuando se cayó Magín,
y cuánto sus amigos
para sacarlo de allí.
A nuestro querido amigo
que está gozando con Nuestro Señor,
le recordamos con cariño
y rezamos una oración.
Estaría escribiendo sin parar
pero no quiero cansaros,
y os digo, de verdad,
que os quiero y quisiera
repetir una vez y una vez más
este rato tan bonito
que yo no podré olvidar.
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