CALAR
Vuelvo a inventar la memoria y el viento,
las mañanas de niebla y toros bravos,
para evitar el luto de mi sombra
y las cornadas que habían de desgarrar
la luz de tus tendones.
Vuelvo a inventar la risa y .la torpeza,
las noches contra el sueño,
las toneladas de besos en mi nuca,
para ahuyentar las pesadillas
y las lágrimas verdes del lavabo.
Vuelvo a inventar tus brazos
una y otra vez. Nunca es bastante,
y me pregunto
si no los inventaba entonces,
cuando ardían,
en el centro de aquellas tardes tristes
atenazadas por el invierno miserable.
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