domingo, 6 de marzo de 2016

6/03/2016.- Certamen Literario 2004



De este año tampoco tengo material gráfico, el tema es RIÓPAR y los premiados son los que se pueden ver en la imagen.

Podemos leer los trabajos premiados con el primer premio tanto de prosa como de verso y son:


PROSA: Con el título CITA EN LOS CHORROS, el trabajo de Jesús Martínez Mora

VERSO: Bajo el título de REGRESAR A RIÓPAR, cuyo autor es el poeta más premiado en todos los certámenes habidos y por haber:  D. Manuel Terrín Benavides








CITA EN LOS CHORROS
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TARJETA POSTAL
Riópar (Albacete) 24 enero 2004
Querido amigo:
Mira bien la fotografía y pregúntate, del mismo modo que yo me lo
pregunto, cómo es posible que tú, tan amante de la naturaleza., aún no
hayas aparecido por aquí; todavía no hayas aceptado ni una de mis
múltiples invitaciones., y yo, mientras, a solas con mi soledad; siempre
esperando tu llegada para llevarte al nacimiento del Mundo, del que en
tantísimas ocasiones te he hablado, y que puedas contemplar los caprichos
del agua en su caída, para acompañarte a lo alto del cerro en que se levanta
la iglesia y desde el que se divisa una increíble panorámica del valle, para
que caminemos juntos, al atardecer; por el Paseo de los Plátanos y para
conversar de muchas cosas, compañero del alma, compañero, frente a unos
vasos de buen vino y unas migas ruleras.
Tú verás lo que decides y lo que haces .
Un abrazo
Tomás.

RIÓPAR (Albacete).- Nacimiento del río Mundo.
Prohibida la reproducción total o parcial
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Lo he decidido y lo he hecho, fíjate bien, aquí estoy por fin, pues, luego de tantas tentativas por tu parte, me convenció, no sé por qué, tu última misiva, aunque he dejado pasar algo de tiempo porque siempre me dijiste que la primavera es época idónea para la contemplación de los antojos con que la naturaleza ha enriquecido esta tierra,
Quiero observar la expresión de tu rostro cuando veas, por primera vez, la caída del agua,
así que, después de unos cuantos años sin realizar desplazamiento alguno, esta misma mañana he tomado, sin avisarte, el viejo automóvil y el camino de Riópar , incluso el nombre del pueblo es sorprendente y bello, 
si piensas venir, yo te detallaré la mejor ruta, 
pero me he servido de un antiguo mapa de carreteras y, desde Ossa de Montiel, me he llegado hasta Villahermosa y hasta Reolid, donde un indicador señalaba la dirección hacia mi destino, 
y no solamente se trata de admirar lo Que para ti será un paisaje inédito, 
sino Que tienes Que probar típicos platos Que, por el momento,
desconoces, el guisado de calabaza o las gachasmigas, el rinrán
o el arroz de San Antón, el caldo moreno o el gazpacho,
las tentaciones para venir siempre fueron grandes, aunque, con más fuerza que la del nacimiento del río Mundo y que la gastronómica, he sentido la del reencuentro, la de conversar contigo sin descanso, la de rememorar aquellos años en que los dos trabajábamos juntos en la Seat y compartíamos piso en Barcelona,
 ¿sabe dónde está Tomás?,
he preguntado a tu vecina, una amable mujer miope y enlutada, después de golpear con los nudillos y con insistencia la puerta de tu casa y de que nadie me haya respondido,
¿es usted amigo suyo?,
sí señora,
y, con tanta amistad, ¿no lo sabe ?, ,-
ella me ha dado la noticia y ni siquiera he tenido fuerzas para agradecerle la atención, porque, si la muerte prevista de un amigo provoca, indefectiblemente, un doloroso desgarro, ¿qué se puede sentir al conocerla, de forma inesperada, en el momento mismo en que se está convencido de poder abrazarlo? , de manera que tan sólo le he pedido, sin mayores explicaciones, ni por su parte, ni por la mía, ayuda para llegar a Los Chorros, donde tú tenías que haberme acompañado, 
no hay pérdida, señor,
¿queda muy lejos .?,
a unos diez kilómetros de nada,
fue acertada, amigo, tu recomendación de que no hiciera el viaje durante un fin de semana, ni en jornada festiva, porque ese espectáculo del agua, desmelenándose en el vacío con el fondo de un rocoso anfiteatro, es para contemplarlo como yo acabo de hacerlo, sin interferencias de turistas vocingleros, aunque, eso sí, me habría gustado que tú, a mi lado, me fueras explicando que se trata de las filtraciones que, procedentes de la lluvia y de la nieve, se producen en el suelo calizo y que fluyen por galerías y cuevas interiores hasta encontrar, de repente, una salida, y hubiera preferido que, desde el aparcamiento, me hicieras recorrer, de quedo, la pista que lleva a la pequeña laguna situada al pie de la cascada y que, uno por uno, me obligaras allegar a los distintos miradores, y allí habría querido escuchar de tus labios aquellas palabras que, sobre el lugar , tantas veces me repetiste 
está a una legua de Riopal e ase de creer que dubdaría
en el mundo aver otro más fermoso ni tanto,
palabras, según tú, escritas por Jorge Manrique, pero la autoría es lo de menos, lo de más es que, cuando uno llega a Los Chorros, se convence de que no resultan desmedidas, y yo mismo, Tomás, tan poco proclive al asombro, he quedado con la boca abierta mientras los minutos iban escapándose como segundos, he  permanecido inmóvil hasta que, recuperado el contacto ingrato con el reloj, he desandado el camino andado y, de nuevo en Riópar, he subido, espaciosamente, a este cerro en el que se recorta el perfil de la arruinada fábrica del castillo, en el que la iglesia se levanta sobre cimientos de fe profunda y en el que, al fin, he dado contigo y te supongo dichoso, pues que a menudo manifestaste el invariable deseo de descansar para siempre en esta tu tierra, pero yo, Tomás, ¿qué quieres que te diga? , no puedo sentirme feliz, porque, de una parte, si me permites el empleo de una expresión de tu admirado Miguel Hernández, temprano levantó la muerte el vuelo y, de otro lado, porque ansiaba encontrarte vivo en esa casa tuya que tantas veces me describiste, con jamones y embutidos pendientes de un recio varejón, con algunas macetas de geranios, con rastras de pimientos y racimos de uvas pasas descendiendo de los altos techos, con olor a ropa recién almidonada y con un par de gallinas picoteando nerviosamente el suelo junto a la puerta, aunque, a lo peor, amigo, las cosas ya no eran así cuando te viniste, o te trajeron, al camposanto, eran así cuando me hablabas de ellas con nostalgia mientras cenábamos los restos recalentados de la comida en aquellas lejanas noches barcelonesas, cuando tu madre mantenía todo dispuesto por si llegabas de improviso con unos días de vacaciones en la maleta, pero ese tiempo ya no existe, dejó de existir en cuanto tomaste la decisión de regresar, no de manera temporal, sino para siempre, porque jamás te adaptaste a aquella vida y notabas el tirón de Riópar en las entrañas, y yo te acompañé en el metro hasta la estación, ¿no lo recuerdas? ,
ven pronto a verme,
me lanzaste esas últimas palabras desde la sucia ventanilla de tu vagón de tercera y no sé si pudiste escuchar mi promesa, temo que quedó enredada entre las madejas de humo gris que soltó la locomotora al arrancar, pero, llegara o no a tus oídos, la di por hecha y, hasta hoy, ha cargado con el remordimiento de no haberla cumplido, aunque, mira, ya estoy aquí, más vale tarde que nunca, y, ahora, empapado de una belleza que me siento incapaz de traducir al castellano, entiendo aquella locura tuya por el pueblo y aquel interés desmesurado en que yo lo conociera no tardaré en volver, amigo, esta vez debes creerme, pues, si bien podré hablar contigo desde cualquier lugar en que me encuentre, sé que el alma me va a demandar a gritos el retorno para leer de nuevo el poema que el agua escribe en el aire con estrofas de espuma y tú sabes que seguimos teniendo una cita en Los Chorros. ..

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REGRESAR A RIOPAR

Alargo el alma para hacerla puente
sobre crenchas históricas de espuma;
alargo el alma en magnitud de suma,
siempre de contenido a continente.

Borro después la linea divisoria
del tiempo y me sorprende el transitivo
reflejo de estas calles y ese altivo
monte crucificado por la historia.

Derrotada a la espalda la mentira
nace un lecho de verdes acuarelas
¡Oh Riópar! Aristas paralelas
bajo las cuales nuestro honor respira.

Vieja iglesia: conducta uniformada
donde un salmo de piedra se refleja.
Aquí derramaré mi sangre vieja
para hallarla después resucitada.

¡Oh romance de amor que purifica!
Al alba cuando Dios abre la puerta
de esta luz infinita magna oferta,
la eternidad revienta y me salpica.

Cómo brilla la calma, cómo suena
río Mundo de círculos festivos
donde bañan sus pies aumentativos
paradas colinas a la luna llena.

Miro el rostro de Dios en cordilleras
donde el cuervo levante negras quejas.
Donde rocas y pinos son guedejas
rebeldes de una inmensa cabellera.

Lo encuentro entre la escarcha suntuosa
de los corderos, nanas del paisaje,
liturgia pastoral con homenaje.
de espuma que en rebaños se desposa.

Lo encuentro en el alado sentimiento
de los pájaros -sueltos corazones -
que persignan azules pabellones
con alas timoneras frente al viento.

Lo encuentro en los cipreses donde pido,
delante de le tumba de una madre
ser polvo de Riópar cuando ladre
sobre mi honor el perro del olvido.

Vivir esta ocasión, darle a la vida
otro significado diferente.
Regresar a Riópar, alto puente,
siempre doblando el punto de partida.

Campesinos honestos, espadañas
sobre mar de semblanzas. amarillas.
Llevas de frente el sol y en las entrañas
almanaques de lluvias y semillas.

Poner los pies aquí con reverencia.
Recorrer los caminos del pasado
con paso firme, pero no firmado,
que en esto puede estar la diferencia.

Aquí, sobre el desierto de la pena
donde entierro mi angustia y mi mentira..
artesa soy de amor porque respira
mi boca todo aquello que almacena

Aquí, junto a la calma silenciosa
de rocas y pinares en porfía,
por el don del encuentro de este día
se me abre el corazón como una rosa.

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